Ahí sigue el pato

El otro día en la famosa película de Facebook me salió una foto muy padre que tomamos Pau y yo la primera vez que nos juntamos a cocinar. Habíamos hecho un salmón agridulce en su casa, con unas cebollas elegantes y una miel de maple que me había traído Carlos Dexter de Canadá. Lo que más me llamó la atención de la foto fue la fecha: hace ya dos años que soy amiga de Pau.

Viendo la foto, claro que se nota que ha pasado el tiempo: hace un rato que ella ya no vive ahí, yo ya no uso esa cámara, hace mucho también que me terminé esa miel y que no hablo con ese dude, mi cabello ya no tiene ni el mismo largo ni el mismo color y esa blusa tampoco: la lavadora me la dejó un día amarilla y meh! se ve bien también.

Me hace muy feliz que lo que no ha cambiado, es que cada que nos vemos nos abrazamos como si una de las dos regresara de la luna, que nos emocionan mil los ingredientes elegantes y que podemos pasar horas hablando de comida. Así que cuando me dijo que quería pasar el Día del Amor y la Amistad conmigo, supe que era la ocasión que estaba esperando para descongelar el magret de pato que tenía. 

Hicimos una adaptación de mi pato a la naranja pero con frambuesas. Digo "hicimos" porque haría todo lo que Pau me pidiera, hasta MENTIR. Bueno, ella ralló las zanahorias, la verdad, no debería quitarle crédito. Les dejo la receta y mucho amor y así.

Sirve las rebanadas de pato acompañadas de la salsa bien caliente y de arroz blanco o puré de zanahoria.