Cómo preparar tu propia tapenade
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Hace unos años, ver Black Mirror (Charlie Brooker) implicaba en primer lugar, que alguien te lo recomendara. Después había que conseguir alguna copia en internet, y luego los subtítulos, porque acento inglés. Todo para encontrarse con un primer episodio en el que el Primer Ministro de Inglaterra se veía forzado a tener sexo con un cerdo en televisión abierta. Así de crudo.
Siguieron dos episodios igualmente chocantes y maravillosamente dirigidos y actuados, una segunda temporada que rayaba en lo genial y un especial de Navidad que te ponía los nervios de punta.
Charlie Brooker traía todo, incluso una pizca de profeta, y quienes habíamos visto las primeras temporadas teníamos de vez en cuando escalofríos al ver en nuestra realidad sucesos que parecían directamente salidos de la serie.
Y luego, apareció en el catálogo de Netflix. Sin el aura de lo prohibido y el culto, Black Mirror soportó bien su paso al mainstream.Se trataba, finalmente de una gran serie, con un contenido interesante, un nuevo clásico de la ciencia ficción.
Quizá por esa razón Netflix decidió invertir en una tercera temporada de seis episodios y de paso, hacerle a la originalidad e interés de la serie lo que el PM inglés al cerdo del primer episodio.
Ya se lo habían hecho a Arrested Development.
Así, en "Nosedive", la primera parte de esta tercera temporada, asistimos a una distopia en la que las oportunidades laborales, los vecindarios y los lugares en vuelos y hospitales se ven determinados por la popularidad de cada uno en las redes sociales.
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Pero mientras se burla de la gente sin personalidad, de las fotos de sus lattes, sus selfies haciendo yoga y su obsesión con su popularidad en línea, Black Mirror edición Netflix se convierte justamente en un producto para el tipo de persona que desea exponer y criticar. Tiene la dosis justa de horror para que volteen la mirada con repulsión durante un solo segundo, y en cambio grandes cantidades de moralina en lugar de la invitación a la reflexión de las temporadas anteriores.
Vamos, ¿qué pasó con esto?:
Afortunadamente, esta falta de imaginación y el tono de tío quejumbroso que le dice a toda la familia que conviva en vez de usar su celular se va diluyendo y a partir del cuarto episodio la temporada se pone buena. No excelente, no genial, no lo que esperábamos de Charlie Brooker, sólo buena. Y ya.
En todo caso, como aquí va de cocina, volvamos al primer episodio, en el cual Lacey, nuestra heroína, descubre, gracias a las redes sociales, que el novio de su antes amiga y ahora muy popular Naomi prepara su propia tapenade.
Sigue, claro, la escena en que ella misma la intenta hacer, siguiendo las instrucciones que le da el internet. Como si fuera la gran cosa. Bueno, es la gran cosa, porque la tapenade es verdaderamente deliciosa. También sencillísima de hacer. Ideal para impresionar en redes sociales wink, wink. Les dejo la receta.
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Ingredientes
- 180 gr de aceitunas kalamata deshuesadas
- 3 anchoas
- 1 diente de ajo
- 3 cucharadas de aceite de oliva
- 1 pizca de pimienta
- 1 pizca de pimentón
Y se cocina así
- Con un mortero o molcajete (no en la licuadora) aplasta las aceitunas junto con el ajo exprimido y las anchoas hasta que sea una pasta más o menos homogénea
- Agrega poco a poco el aceite de oliva y sigue incorporando todo, puntea de pimienta y pimentón