Receta de helado de zarzamora
Llevaba un rato diciéndoles que mejor ya nunca me iba a enamorar. Y luego no cumplo esas promesas porque el tal Dexter me trataba tan mal, que a veces basta con ser un poco amable conmigo para que me sienta feliz. Qué fregadera.
Así que la última vez, antes de irme a Puerto Rico, decidí irme con pies de plomo. Por aproximadamente una semana, claro. Después me dejé llevar y me sentí feliz y sentí esos cuervos en el estómago que no había sentido en más de cinco años. Si no lo intentas, ¿cómo sabes que no va a funcionar?
No debí. Cuando volví de viaje me topé con el silencio más impenetrable. Desaparecieron él, la felicidad que sentía, las ganas de intentarlo. Lo único que no se fue fueron los cuervos, esos empezaron a picotearme el corazón, a abrirlo por todas las costuras y remiendos que tenía.
Pensé que iba a estallar y ya, hasta que me avisaron que tenía que irme de nuevo de viaje por trabajo. Hice mi maleta de malas, pero desde que puse un pie en el aeropuerto me sentí feliz. Take thy beak from off my heart and take thy form from off my door, dije en voz alta (porque me encanta el drama y también citar a Poe), y me subí al avión.
Y volví a ser yo, y para cuando llegué a Los Ángeles era como una niña a la que nunca le hubieran roto el corazón (literal, me fui a Disney). Y me quedé en un hotel que no puedo pagar, y conocí gente y comí delicioso, y compré vinilos, y me salí sola a vagar por las calles a buscar graffitis para darle de comer a mi Instagram.
Y sí, por un momento sentí que me faltaba algo, Estaba bien, aunque sabía que podía estar mejor. Pero qué diablos, estaba en Los Ángeles con todo pagado.
Cuando regresé de este viaje era tan yo que me dio por hacer helado. Ya saben que es mi cosa favorita en el universo. Tenía unas cuantas zarzamoras en el congelador y adapté la receta del helado de fresa, pero cuando lo probé me di cuanta de que le faltaba fruta. O sea estaba bien, pero podía estar mejor.
No importa, ustedes pónganle más. La receta acá abajo ya está adaptada. Nunca sabes si va a salir hasta que lo intentas, ¿no? El chiste es saber adaptarse. A ver qué sale...
Ingredientes
Llevaba un rato diciéndoles que mejor ya nunca me iba a enamorar. Y luego no cumplo esas promesas porque el tal Dexter me trataba tan mal, que a veces basta con ser un poco amable conmigo para que me sienta feliz. Qué fregadera.
Así que la última vez, antes de irme a Puerto Rico, decidí irme con pies de plomo. Por aproximadamente una semana, claro. Después me dejé llevar y me sentí feliz y sentí esos cuervos en el estómago que no había sentido en más de cinco años. Si no lo intentas, ¿cómo sabes que no va a funcionar?
No debí. Cuando volví de viaje me topé con el silencio más impenetrable. Desaparecieron él, la felicidad que sentía, las ganas de intentarlo. Lo único que no se fue fueron los cuervos, esos empezaron a picotearme el corazón, a abrirlo por todas las costuras y remiendos que tenía.
Pensé que iba a estallar y ya, hasta que me avisaron que tenía que irme de nuevo de viaje por trabajo. Hice mi maleta de malas, pero desde que puse un pie en el aeropuerto me sentí feliz. Take thy beak from off my heart and take thy form from off my door, dije en voz alta (porque me encanta el drama y también citar a Poe), y me subí al avión.
Y volví a ser yo, y para cuando llegué a Los Ángeles era como una niña a la que nunca le hubieran roto el corazón (literal, me fui a Disney). Y me quedé en un hotel que no puedo pagar, y conocí gente y comí delicioso, y compré vinilos, y me salí sola a vagar por las calles a buscar graffitis para darle de comer a mi Instagram.
Y sí, por un momento sentí que me faltaba algo, Estaba bien, aunque sabía que podía estar mejor. Pero qué diablos, estaba en Los Ángeles con todo pagado.
Cuando regresé de este viaje era tan yo que me dio por hacer helado. Ya saben que es mi cosa favorita en el universo. Tenía unas cuantas zarzamoras en el congelador y adapté la receta del helado de fresa, pero cuando lo probé me di cuanta de que le faltaba fruta. O sea estaba bien, pero podía estar mejor.
No importa, ustedes pónganle más. La receta acá abajo ya está adaptada. Nunca sabes si va a salir hasta que lo intentas, ¿no? El chiste es saber adaptarse. A ver qué sale...
Ingredientes
- 4 yemas de huevo
- 1 taza de azúcar
- 1 taza de leche
- 2 tazas de crema para batir
- 2 tazas de zarzamoras frescas o congeladas
- colorante rojo (opcional)
Y se cocina así
- Bate las yemas con el azúcar hasta que esponjen y adquieran un color amarillo muy claro
- Viértelas en una olla de fondo grueso; mezcla con la leche y bate a fuego muy lento hasta que espese y nape la parte de atrás de la cuchara
- En un tazón, aplasta un poco las zarzamoras con un mortero y agrega la mezcla caliente
- Agrega la crema para batir e incorpora. Cando esté fría, métela al congelador en un recipiente resistente al frío y congela varias horas
Ahora déjenme presumirles que conocí a varios hombres, empezando por Mickey.
Y a Moe.
Y a Napoleón Dinamita.
Ah, y a Guillermo del Toro :P
Y ya me voy que tengo mucho que hacer y en dos semanas me voy de viaje...